sábado, 5 de mayo de 2012

MI CASA , MI FAMILIA


MI CASA MI FAMILIA

Esta era mi casa…al menos aquí nací, aquí anduve a gatas, aquí comencé mi vida.
Pero no era “MI casa”, y tuve el privilegio de ser el único hasta que salí de Nazar, de los mas de 30 nietos que tuvieron mis abuelos, que naciera ALLÍ.
     

Asomado a la ventana, saludaba al inmenso gentío que celebraba mi bautizo; gente de todas edades y condición, según se puede ver en las imágenes.
MI FAMILIA:
Como he dicho, esa era la casa era de mis abuelos; allí los GASTON se afincaron hace muchos años, allí nació mi abuelo Santos y fruto del matrimonio con mi abuela Jesusa, nacieron  NUEVE hijos, pero todos al casarse, abandonaron el hogar familiar se fueron en busca de nuevos sentamientos, salvo mis padres, que permanecieron  una temporada, hasta después de nacer yo, siendo entonces cuando se ubicaron en otra casa cercana.
El mayor, Primitivo, murió al regresar de la “mili” a raíz de una enfermedad que contrajo durante el Servicio Militar.
Luego en edad, venia la tía Teresa, que al casarse se fue a Mirafuentes, población distante unos 2 km. Tuvo Cinco hijos y se daba el caso curioso que hija y abuela ,fueron madres, casi  al mismo tiempo, incluso su hija “Presen”, era mayor que mi tío Juanjo.
La segunda Pepa, se fue a  Espronceda, un pueblo cercano al Santuario de Codés donde vivió feliz con el “Boni”, ya que no tuvieron hijos.
La tercera Mercedes, se fue a vivir a Logroño, donde montaron un negocio de carpintería pero se quedó viuda, relativamente pronto, por accidente laboral de su marido. Tuvo cuatro hijos, que continuaron con el negocio de muebles.
Nicolás, se casó con una catalana (Eulalia) y tuvieron cuatro hijos, transcurriendo su vida entre Mallén  y Zaragoza.
En casa las ultimas en salir fueron  Loreto, mi madre, Flora y Victoria, y por supuesto mi tío Juanjo, ya en los años “cincuenta”.

Los cuatro aparecen en esta foto de familia junto con mi Abuelo Santos, y  mi Padre, además de unos “ranacuajillos”, recién salidos del cascarón.
De la boda de mi tía Victoria no recuerdo nada; se casó con un mozo del pueblo (Vicente) y se quedaron a vivir allí, hasta que mas adelante, se fueron a Rentaría.
La Flora, buscó su futuro un poco más lejos, y se fue a  vivir a Corres, con  Aurelio. La boda se celebro en Nazar y aunque vagamente, recuerdo “La fiesta” como la primera que presencié en mi niñez, y que impactó en mi mente guardando en mi retina principalmente las imágenes de los “Coguetes” que tiraban desde las Espaletillas de la Iglesia. Tuvieron cinco hijos
Finalmente, el último en emanciparse fue mi tío Juanjo, que también se casó con una moza del pueblo (Anuncia) chica encantadora de la familia de Morrás. Tuvieron cuatro hijos, algunos de los cuales tambien nacieron en casa del Abuelo Santos
Este continuó con las faenas agrícolas y labranza hasta su traslado a trabajar a Renteria  y luego a Vitoria, donde falleció relativamente joven.
MI CASA
Erazmos una familia muy numerosa, un clan amplio, (fuimos mas de 30 primos carnales) y a todos conocí, pero pronto nos dispersamos y de los GASTONES, ya no quedó nada…solo la casa….Que posteriormente fue reformada, adquiriendo este aspecto.  Esta es la fachada principal, la misma que se veía en la fiesta de mi bautizo. Era bastante grande tal como lo voy a explicar; y además en la parte trasera, separada por una “callejuela” había otro edificio contiguo, amplio, que era como almacén, pajar, cuadra y granero .

La casa tenía para entrar, como un pequeño porche, con unas escaleras que accedían a un rellano, donde estaba la puerta principal.
En esta toma moderna, se aprecia perfectamente cuatro ventanas. La de mas al fondo pertenece a la cocina, la de abajo a la bodega, la de arriba a la planta superior, que podríamos llamar granero y la del medio a una habitación, que es donde yo debí venir a este mundo.
Una vez dentro, tenemos, a la derecha la habitación antes indicada y a la izquierda, la cocina, con su cocinilla económica o fogón, alimentado por leña, (anualmente se sorteaban lotes para todos los vecinos del pueblo). De limpiar las cenizas se encargaba el nieto.
Allí se hacía de todo, se comía, cosía, planchaba, lavaba y también nos reuníamos en fiestas especiales. Se cocinaban riquísimos buñuelos, arrope, palomitas de maíz y se jugaba a cartas, principalmente a los “Seises”.Recuerdo que durante el juego, solía recibir regañinas, por hacer alguna travesura, enredando por debajo de la mesa, molestando a los jugadores.
En el pasillo, había además otra habitación a la derecha, que dormían mis abuelos, en una cama de estructura de hierro y colchón de lana de oveja, que cada año la sacaban para “variarla”.
A la izquierda, otra habitación, sin ventana exterior, daba cobijo a mi tío Juanjo.
Al fondo se entraba al salón-comedor, que se usaba muy poco, solo para eventos muy significativos.
Alli destacaban varios cuadros con fotografías de la familia  principalmente, esta de un niño de muy corta edad, que presidía los grandes festejos, ante el resplandor del sol matutino, que cada día doraba su tierna piel, a través del balcón, orientado al este.
                            
 Este recinto, daba acceso a otra habitación, donde recuerdo, que solía dormir yo muchas veces, ya siendo mayorcito. Cuando me quedaba con mi abuela. Ambas habitaciones daban a una calle estrecha , que no tenía salida, por lo que casi era privada y solo utilizada por los Gastón y los vecinos Etayo-Landa, una pared impedía la salida al campo.
En medio del pasillo había dos accesos. Uno se comunicaba con la parte alta, que (Ahora denominaríamos “altillo”) pero su utilidad era muy compleja y diversa, donde  destacaba un rústico horno, en el que, casi a diario, se preparaba la “calderada” para el “cocho”, y mientras se cocía, aprovechaba yo para degustar las fabulosas patatas enteras y que una vez peladas, eran  sabrosísimas.
        
En dicho horno, se elaboraba también pan, realizándose todo el proceso de preparar la masa con levadura, amasarla y cocerla, encontrándonos a veces ¡sorpresas!...dentro solían meter en la época de la matanza, choricillos…; también se hacían unos asados de gorrín exquisitos, para los que mi abuelo tenía un arte especial
Era normal ver colgados del techo, chorizos y morcillas secando y algún jamón ya curado y listo para consumir.

Otras escaleras bajaban a la parte inferior que se componía de dos partes bien diferenciadas y separadas por unos escalones:
A la derecha un antiguo recinto donde estaba instalado la bodega de vino y “el Lago” donde se pisaba la uva elaborando con parte del mosto resultante, un arrope, que luego se merendaba  y también mostillo (que venía a ser como un derivado del arrope).
       

No podía faltar el Candil, que además de alumbrar (No había luz eléctrica) servía como medida de seguridad, al entrar en la bodega, indicando su llama que no había  gases peligrosos, que pudieran intoxicar  por la falta de oxigeno. Decian que en tal caso se perdía primero el conocimiento y si no se reaccionaba a tiempo, incluso podrías morir.
En lado izquierdo, estaban los establos y la pocilga, donde se le dedicaba atención especial  al cerdo, que cada año se criaba para luego ser sacrificado, después de hacerle criar unos apetitosos gorrinillos.
La Matanza del cuto:
Hacia el mes de febrero, con gran solemnidad, rodeados por vecinos y familiares se realizaba “La matanza” era un día especial, e importante para la familia.
Se realizaba todo el proceso en la calleja que daba acceso a la parte posterior de la vivienda
En un barreño, se recogía todo lo necesario para hacer el mondongo, y proceder posteriormente a confeccionar las morcillas y chorizos. Luego se “chascurraba” el cerdo  con ollagas secas o paja de garbanzos y se rascaba la piel, de manera que quedara limpia y hasta diríaque  reluciente.
    

Una vez descuartizado, se dejaba colgado para airearse y se llevaba una muestra (en bici o a caballo) al veterinario del pueblo cercano (Mendaza) , con el fin de evitar enfermedades (recuerdo la triquinosis). Una vez conocidos los resultados, se procedía a llevar los “presentes” a las autoridades del pueblo. A mi me tocaba suministrar a varias, personalidades esperando siempre la tradicional propina.
El otro lado de la planta baja se destinaba a los animales, yo recuerdo principalmente, una pareja de vacas y una yegua, y la garita del cuto.
Las vacas además de las faenas del campo, proporcionaban, leche y terneros, La Yegua desempeñaba una función importante en el hogar, como  medio de transporte de personas y de mercancías.
Fueron muchos los viajes que sólo o acompañado monté sobre sus lomos, para ir a Acedo, a esperar en la Estación a algún familiar, que regresaba desde Estella en tren.
“Coge la yegua (me la ensillaba mi tío Juanjo)” y vete a buscar a la abuela a Acedo”
    
El, le ponía la albarda  y las alforjas, y yo el collerón y el cabestro, atándole el ramal después y al son de “arre” y “sooo”, tan feliz sobre la yegua a cabalgar, rumbo a Acedo, principalmente a recoger algún  pasajero…La abuela atrás sentada de costado y yo de Jinete.

Una vez lo pasé muy mal cuando me mandó mi tío a por pienso a Asarta, me suena  que a casa Coca. Eran sabidos los enfrentamiento entre ambos pueblos, y lleno de temor llegué hasta el lugar, sin contratiempo alguno, cargué la mercancía y antes de salir, ese señor me recordó ¿”no tienes miedo chaval”? No, le contesté…pero agarré raudo la yegua y al trote para casa. Corre que te corre, sin volver la vista atrás, llegué a Nazar, donde me esperaba mi tío. Descargó la mercancía, quitó los aparejos de la yegua y ¡Sorpresa! Era un charco de sudor su cuerpo…¿”!Pero que has hecho”!?..que me seguían unos niños (al menos en mi imaginación)….y allí se quedó, secándola y arropándola con una manta, para que no se enfriara pues al parecer corría ese riesgo.

En la misma calleja, justo enfrente, una puerta daba entrada a un amplio corral donde se almacenaban los aperos de labranza y accesorios del ganado.
Comunicaba en la parte posterior con la carretera (uno de los dos viales, que daban acceso al pueblo). En dicho lugar, un amplio portal permitía meter el carro y otros menesteres de mayor volumen.
  
En su interior, además de paja, se criaban algunas gallinas, donde cada día con mi abuela recogía los huevos que los portaba en el “Alda” que antes le había servido también para llevarles pienso y distribuírselo a “repuño” a la voz de “purri..purri”.
En una jaula o conejera. Se criaban gazapos, a los que a veces les llevarles lechocinos, que cogía de la huerta de mi abuelo, donde un   manantial natural de agua, cristalina, abastecía una balsa construida al efecto, en la que abundaban las ranas.
Desde allí, eran frecuentes los desplazamientos a coger caracoles o setas de chopo,  que abundaban bastante en su època, y crecían principalmente, en los “HONDONES” de los mismos, donde no era difícil, encontrarse con algún gardacho, víbora o culebra, u otras alimañas, que por supuesto, no se les temía, formaban parte, como algo normal, dentro de ese entorno natural que resulta un  pequeño pueblo, asentado, cerca de la montaña .

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